Los constantes conflictos intestinos que afectaban a Asunción y la preponderanciaque adquiría el área peruana del Pacífico, conspiraron contra cualquier plansistemático de ocupación y control. Sin duda la salvaguarda del espacio queinquietaba a Irala era dificultosa con los limitados recursos disponibles, y sóloel afianzamiento de la presencia metropolitana en la costa -a través de una flotae instalación de fortalezas- podía garantizar el efectivo dominio de esta enormeárea. Área que en 1549 Sánchez de Vizcaya había anticipado como futura fuentede conflictos, y por ello insistió en la necesidad de que se reafirmase el despliegueespañol en el litoral:“...y tambien me parece que en todos los pueblos que se poblaren en la dichacosta del brasil v. alª. debria de mandar hacer fortalezas para conserbar la tierra.Pareceme que todo lo suso dicho v. alª. lo debe de mandar probeer con brebedadespecialmente lo delos límites de portugal porque los dichos portugueses nopueblen ni pasen mas adelante y con esto v. alª. podra escusar muchos escandalosque podria encender entre los vasallos de v. alª. y los del Rey de portugal” 31.
Como membro do malfadado avanço de Cabeza de Vaca, Vizcaya persistiuao instar a Coroa a estabelecer “... limites com os portugueses [en]aquele dito porto do cananeu com um rio chamado Ubay que está em direção a SanVicente doze ou quinze léguas um pouco mais ou menos manda v.alª para ser aplicado aojurisdição e termos de sua autoridade. o dito Rio Ubay...” 32.
La presunción de la existencia de minas de oro y plata en el Paraguay -que atraía alos portugueses-, la endeblez del flanco oriental que favoreció el ingreso de aquéllosa través del camino de San Vicente y las constantes reyertas de los asuncenos,confluyeron para generar inquietud en las autoridades del Estado colonial. DesdeLima se juzgaba conveniente establecer un antemural a las riquezas de Porco yPotosí, subordinando de modo efectivo al núcleo asunceno, cuya directa relacióncon la metrópoli permitía cierta indiferencia respecto a la potestad del Perú sobreel Río de la Plata 33. [Página 83]
